miércoles, 30 de marzo de 2016

¡Qué negocien las mujeres!


Propuesta para la consecución de un Gobierno sin segunda vuelta de elecciones.

El maniqueísmo de la vida política conduce a los líderes de partidos opuestos a exagerar sus diferencia y a compartir problemas a la forma de los héroes de Homero, ya que sobre la sustancia de los problemas normalmente están menos enfrentados por sus convicciones profundas que por el lugar que ocupan conforme a las responsabilidades de la gestión (en este caso en la negociación).

Edgar Faure, 1973


El número de mujeres en el Congreso de los Diputados es insuficiente para formar una mayoría absoluta, tenemos 138 mujeres, cifra lejana a 176, que se necesitan para conseguirlo, pero suficiente para opinar. Aunque muy ajustada para cumplir la declaración de Atenas del “ni más del 60 ni menos del 40 de cada sexo en ningún ámbito incluido el de la política” (en este momento en el Congreso de los Diputados suponen el 39,43% de mujeres).
Además sabemos que cada mujer pertenece a un partido y supuestamente provienen de ideologías diferentes.
Todas las listas de los candidatos a presidente tienen una mujer en los primeros puestos. Soraya Sáez de Santamaría (PP) número 2, Meritxell Batet (PSOE) número 2, Sol Sánchez (UP) número 2, Carolina Bescansa (Podemos) número 3, Marta Rivera (Ciudadanos) número 3, por mencionar a los más votados y a los más obligados a negociar. Porque mujeres hay muchas más, en puestos de salida (secundarios), Pilar
Ardanza (PNV), Esther Capella (ER), Lourdes Ciuró (DL) o bien del grupo mixto como Ana Oramas de Coalición Canaria, Sol Sanchez de UP (ya mencionada) y alguna más.
Sin embargo para sentarse a negociar, para hablar con el Rey, para pelear y sudar la camiseta no entra ninguna de ellas en el escenario.
¿Y por qué no?
A lo mejor, no lo aseguro, aportaban ideas diferentes. A lo mejor conseguían unos mínimos acuerdos de base.
Esta semana se comentaba que había mucha testosterona en la negociación, pero no solo testosterona, también mucho ego y mucho adanismo. ¡O yo o se acaba el mundo! esto les pasa a algunos chicos, otros lo plantean con unas formas más atemperadas, aunque con la misma idea de fondo. Pero no consiguen llegar a los acuerdos necesarios para sacar adelante un gobierno de cambio. Ya que no se ponen de acuerdo, ¿porque no experimentar? Dejemos a las mujeres manifestar sus posiciones, su capacidad para negociar y sus posibles o imposibles acuerdos.

Josune Aguinaga Roustan
Profesora Titular de Sociología de la UNED.

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