lunes, 17 de octubre de 2016

Día Internacional de las Mujeres Rurales





   

Contra todo lo que se pudiera creer, la idiosincrasia española reside en el despoblamiento de la mayor parte de su geografía.
Y en este despoblamiento español las mujeres rurales parecen jugar un papel –oh!- destacable: son la esperanza, el futuro, la forma de evitar la caída definitiva. Por ello, las instituciones públicas y organizaciones de diverso tipo no les quitan ojo. Con motivo del Día Internacional de las Mujeres Rurales quiero hacer una reflexión sobre ello. 

Hace ya décadas, los planes de desarrollo económico y social español concentró la mayor parte de sus recursos en el sector industrial, asentado en el medio. Los beneficiarios directos de prácticamente todos los recursos invertidos en el modelo de empleo que caracterizaba estos planes fueron trabajadores (hombres). El campo fue dejándose de lado poco a poco con unas consecuencias económicas y sociales desastrosas para el ámbito rural español y para las personas que lo habitan.

Hoy, en un momento de desarrollo económico incierto, global, altamente voluble, la sostenibilidad ambiental y social del medio rural se presenta como una pieza clave de la situación macroeconómica de nuestro país. Como consecuencia, se está intentando poner en marcha un nuevo modelo productivo rural que esté diversificado, que sea innovador, asentado en el emprendimiento, muy cool y, aquí le hemos dado, que esté protagonizado por mujeres:
“La permanencia y la actividad de las mujeres rurales son esenciales para el desarrollo económico y social del territorio” (MAGRAMA, Premios de excelencia a la innovación para mujeres rurales).



Me encanta esta fiebre del protagonismo femenino.
Mas, no sé, aun pareciéndome útil y conveniente, eso de poner todo el foco de atención en las mujeres, ahora que en España lo rural está semidesierto, envejecido y masculinizado, me irrita por parecerme algo así como aprovechado. Y es que el énfasis institucional en la 'inclusión' y en la centralidad de las mujeres en cualesquiera asuntos del mercado y lo productivo siempre parece que viene como de forma reactiva, es decir, en respuesta ineludible ante un asunto que está a punto de explotar… Pero que se veía ya de lejos. 
Al trabajar en el ámbito de la planificación de políticas públicas, el hecho de que las instituciones funcionen casi siempre como dando traspiés con problemas que parece que se les han venido encima pero que casi todo el mundo veíamos desde lejos, me pone un poco nerviosa. ¿Acaso no se veía venir el envejecimiento de la población rural? ¿Acaso la falta de mujeres jóvenes en los pueblos no es un asunto ya viejo? (Flores de otro mundo, Icíar Bollaín, 1999).

Las problemáticas y dificultades a las que se enfrentan las mujeres rurales son, en parte, las mismas a las que nos enfrentamos todas las mujeres de cualquier lugar: el mantenimiento tradicional e inflexible de los roles de género intrafamiliares; la falta de tiempo propio para el ocio o la actividad social o política; la segregación horizontal en el empleo, con sus consiguientes desigualdades retributivas y sociales; la dificultad de acceso a algunos recursos; las violencias machistas en su versión física, psicológica o simbólica; la falta de reconocimiento, etc.
Pero, además, tal y como muestran los estudios, las mujeres rurales enfrentan otras problemáticas específicas que se recrudecen por la suma de la desigualdad de género estructural y las características propias del medio rural. Estas problemáticas tienen que ver, entre otras cosas, con:

La férrea permanencia de un modelo heteronormativo de roles de género que asfixia a las nuevas generaciones (MAGRAMA, 2011: Diagnóstico de la Igualdad de Género en el Medio Rural), demandantes de mayor apertura y de modelos de identidad que respondan a las propias expectativas y permitan desarrollar subjetividades menos condicionadas, más libres.  

  • La escasez e inaccesibilidad de servicios e infraestructuras de cualquier tipo que hacen ciertamente difícil sobrellevar una vida cómoda, conectada y adecuada a las necesidades cotidianas de muchas personas. Quizá las carencias más paradigmáticas tengan que ver con la red de transportes y de telecomunicaciones y con los servicios de cuidados (escuelas infantiles, comedores escolares, centros de día o residencias de mayores…), aquellos que pueden facilitar la conciliación entre las diversas responsabilidades que asumen las personas, especialmente las mujeres, dada la pervivencia de un modelo inequitativo de reparto de los cuidados. 

En el medio rural la tasa de población infantil no es mucho más baja que la del ámbito urbano (13,6% y 15,8% respectivamente) pero, en cambio, la población mayor de 65 años en el medio rural es del 22,3% frente al 15,3% del medio urbano (Gobierno de España: Programa de Desarrollo Rural Sostenible 2010-2014).

  • La falta de oportunidades laborales en un entorno en el que, a pesar de la creciente diversificación de la actividad económica, las mujeres siguen encontrando grandes dificultades de acceso al empleo.


A lo largo del tiempo, las mujeres rurales han protagonizado diferentes formas de relacionarse con el trabajo, desde su contribución invisible en las explotaciones familiares (en forma de “ayuda familiar”) hasta su incorporación en el empleo (manteniendo generalmente su rol como amas de casa) (MAGRAMA: 2009, Condiciones de vida y posición social de las mujeres en el medio rural).

“La fórmula de “ayuda familiar” que caracteriza las actividades realizadas por muchas mujeres rurales, las hace invisibles como trabajadoras y las despoja del disfrute de sus derechos laborales y sociales. Esta fórmula laboral impide el reconocimiento de su trabajo, que es visto en innumerables casos por sus familias y por ellas mismas como una prolongación de las tareas domésticas" (Merino Rodríguez: 2015).

No obstante, las posibles modalidades que puedan experimentar las mujeres rurales en su relación con el trabajo y el empleo no implican necesariamente una mayor oferta o una colocación viable y compensada: la pervivencia de los roles de género junto con la escasez de un empleo estable y ‘que compense’ dificulta la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo. El 50,7% de las mujeres rurales entre los 20 y los 65 años no participa en el mercado laboral, frente al 27,2% de los hombres rurales (MAGRAMA: 2009).

  •  Y, finalmente, la sobrerrepresentación poblacional tanto de personas mayores como de hombres. Como consecuencia de todo lo anterior, en España se viene produciendo en las últimas décadas un elevado flujo migratorio de las mujeres rurales hacia los núcleos urbanos que –por lo menos a priori- ofrecen más oportunidades de empleo y para desarrollar un proyecto de vida propio. La menor proporción de mujeres en el mundo rural en todos los estratos de edad salvo en las edades superiores a los 65 años  junto con la migración de la gente joven hacia las zonas urbanas viene siendo causante de dos efectos principales: el envejecimiento y la masculinización de la población (Gobierno de España: Programa de Desarrollo Rural Sostenible 2010-2014).

   
Uno con otro, todos estos factores se retroalimentan y presentan un diagnóstico de género que muestra unas realidades que vienen gestándose desde lejos.  

Las mujeres son consideradas hoy (la) pieza clave de la sostenibilidad del medio rural porque son las que aseguran el relevo generacional. Ahora que las instituciones de todos los niveles parecen haber topado con este gran descubrimiento se está poniendo todo el acento en fomentar el emprendimiento y el liderazgo de las mujeres rurales (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad: Plan para la Promoción de las Mujeres del Medio Rural 2015-2018), fijarlas en los pueblos, darles un poquito de importancia.
Quizá los retos que nos plantea la insostenibilidad del medio rural sean una oportunidad para colocar en posiciones de urgencia la necesidad de planificar políticas con enfoque de género (en todas sus etapas y herramientas). Pero, ya veis, queriendo yo también que las mujeres rurales tengan la vida más sencilla y las mismas oportunidades que las urbanas para desarrollar sus proyectos y garantizar su buen vivir, no puedo evitar la amarga sensación de pensar que detrás de este nuevo enfoque hay una voluntad interesada porque, ¿se pondría tanto interés en las mujeres rurales si el relevo generacional pudiera asegurarse 'sin mujeres'?
Ustedes me perdonen, pero este Día Internacional de las Mujeres Rurales me ha pillado un poco escéptica.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.